viernes, 26 de agosto de 2011

UN DIA DE SOL

En un día de sol a orillas de un mar calmado me siento a hablar contigo y allí comienzo a buscar maneras para detener el tiempo, ese mismo que enloquece al descubrirte a mi lado. 
Descubro que quiero vivir en tí mientras duermes porque esta realidad que conozco te aleja de mí. Descubro que duermo para sentirte más cerca, ahí donde la distancia pierde su razón y mis manos logran alcanzar las tuyas ahora tan reales. Descubro que algo diferente sucede, algo que hace que el mundo tiemble.

En un día de sol a orillas de un mar calmado me siento a hablar contigo y allí sé que no conozco nada de tí pero que me encantará poder llegar a hacerlo, aún no estoy preparado para perderte de vista.

domingo, 21 de agosto de 2011

9 DIAS DESPUES

Virtuoso en romper espejos y hacer de esto una fuente inagotable. Suspenso en tantas cosas y las que están por llegar. Titulado en creer aún en utopías y en evitar dar explicaciones. Aprendiz de ser humano y proyecto de hombre bala. Discípulo de grandes noctámbulos sordos y afónicos. Principiante en madurez social y maestro en su reverso más irónico. Militante de la risa y de los besos. Concursante de las nuevas mañanas radiantes y soleadas. Indignado a menudo por aquello que provoca la indignación. Catecúmeno en la bisoñez que admiro de tantos rostros. Versado de provocaciones que reactiven a quién quiera escucharlas. En el fondo y la superficie el sentido es idéntico, nada ha cambiado.

viernes, 5 de agosto de 2011

ESTADOS CICLICOS

Ahora sentados entre las ruinas de un viejo lugar herido por el abandono humano y gastado por la erosión del mar, los cuerpos bautizan las almas. Aparece el silencio, desaparece el murmullo. Ahora desnudos los cuerpos, los estanques no dejan de ser dorados, brillan en la oscuridad como faros en la noche.
Encendidas las estancias apagan los candiles, la cera derretida transforma las esencias en halos luminosos dando paso a un escenario de rostros vírgenes y frágiles, indefensos a la mirada próxima y seguros en la certeza de quienes les miran.
Como niños atrapados dentro del laberinto corren por su interior despreocupados por la salida, nuevos brotes germinan enredados entre las vides floreales, horizontes cambiantes recuperan los orígenes; mientras, ajenos a todo no sospechan que a escasos metros de su particular universo un observador abúlico no deja de prestarles toda su atención, al verlos recuerda que aún no es hora de echar abajo el telón.