Hablar de violencia de géneros en estos tiempos que vivimos es hacerlo de cientos de personas que cada día son maltratadas, vilipendiadas, violadas, asesinadas y heridas de muerte en su orgullo.
Hablar de violencia de géneros es hacerlo de una lacra social que, aunque en el consciente general parezca ser de nueva vigencia, lleva existiendo desde el principio de los tiempos. La mayor repercusión social, posible gracias a las numerosas fuentes de información existentes, han logrado que sea de un mayor calado entre la ciudadanía. Existen constantes campañas publicitarias, surgen nuevas leyes de protección casi a diario, se suceden continuas movilizaciones y manifestaciones frente al maltrato..........sin duda, esta consiguiéndose sensibilizar a la población ante este mal que jamás será erradicado. Y jamás será erradicado porque a la vista del estado en que se encuentra inmerso el sistema educativo, los problemas de base lejos de desaparecer aumentan por momentos a pesar de exisitir una mayor sensibilización global del tema.
Realmente resulta complejo hablar de este tema en la distancia, pues jamás podremos hacerlo con la misma perspectiva de quién lo sufre o ha padecido. Las razones que puedan llevar a una persona a maltratar a otra realmente son un misterio para mí. Y son una incógnita, porque no alcanzo a comprender cuales son los motivos que puede tener un ser para abusar, vejar, herir y lastimar a un semejante.
Detrás de todo esto, aparecen los profesionales de la psioclogía y del psicoanálisis que con miles de teorias, nos intentan dejar claro que todos los comportamientos del ser humano racional son comprensibles y explicables. No les quito valor, es más, alabo el intento por buscar respuestas que traten de facilitarnos la comprensión de los actos humanos, pero en ocasiones me suena a justificación.
Justificar ciertos comportamientos sirve, además de para poder reconocer el factor motivador de una cierta conducta o reacción, para buscar el cobijo legal y judicial que pueda necesitarse. La persona que a través del miedo, la agresión y la violencia intenta dominar a otra no habría de tener huida posible.
Las excusas por muy razonables que puedan parecer, no deben ser tomadas como admisibles. Si tenemos que aceptar que de un padre maltratador, los hijos han de serlo también, vamos en el camino equivocado. Las personas tenemos capacidad suficiente para saber diferenciar y distinguir que es digno del comportamiento del ser humano y qué no lo es. Cobijarse tras el amplio escudo del sindrome del maltratador, en el fondo es justificar tus actos en la vida cubriéndote bajo la capa de esta afirmación, demostrando una tremenda incapacidad por revelarte ante todo lo que desprecias. Demasiados molinos contra los que luchar.
Por otro lado, significativo es el caso del hombre maltratado. Da la sensación en apariencia de que es algo inexistente, pero nada más lejos de la realidad. Escasos son los casos de este tipo que se ven reflejados en denuncias y que saltan a la voz pública. La mayoría de estos hombre permanecen en silencio, por el pánico atroz a convertirse en mofa nacional desde el primer momento en que se personan en la comisaria correspondiente a interponer la denuncia de rigor. No esta bien visto aún que el hombre pase de verdugo a víctima.
Y es que en una sociedad que aún conserva en su estructura determinadas bases arraigadas en la tradiciones, en el conservadurismo y en "el que dirán", que una persona libre sienta miedo de denunciar una situación por exposición social, debiera de avergonzarnos como unidad y conjunto.
LLevo años pensando que si al individuo demente que maltrata, se le aislará, señalándole de alguna forma posible para que quedase evidenciado de su condición como tal, muchos se lo pensarían antes de realizar nada.
Y es que no puede ser igual, pasear por tu barrio escondiendo bajo el anonimato tu capacidad de maltrato que hacerlo con la etiqueta identificativa que te muestra como un maltratador en potencia. En el momento que al sujeto se le aisla, queda marcado. Y marcas de ese tipo son precisamente las que nadie quiere que se les vea.
Quizás colocar las fotos de los maltratadores en carteles, al igual que se hacen con los terroristas más buscados, sea una propuesta exagerada porque entiendo que se intente respetar el anonimato de las personas víctimas de los malos tratos, pero ha de existir alguna fórmula por la que un individuo de a pie normal, como tú o como yo, pueda reconocer a un maltratador en plena calle.
Hola ciudadano,
ResponderEliminarLa concienzación social, efectivamente, cada vez es más amplia como consecuencia de una mayor información y difusión. Creo que este es un paso que hay que seguir incrementando. De nada nos vale ocultar las cosas, por muy crudas y terribles que sean.
¿Sacar a la luz pública sus rostros? Acaso no se sacan ya cuando, por ejemplo, en los dichosos programas del corazón se habla, y habla, de determinadas personas. Pues esto, que no los programas dichosos, yo lo defiendo siempre y cuando, claro, haya quedado sentenciado por un juez.
La violencia, para mi mal denominada de género, es reprobable y rechazable 100%. Sea de la forma que sea. Y me uno a la totalidad de tus palabras.
Un abrazo, ciudadano.
http://ventanademarbella.blogspot.com
esta es nuestra realidad y de verdad es algo que nunca debio pasar, a pesar de todos las cosas que se han creado para proteger los derechos de las personas,y de las campañas para que la gente alce la voz, parte de las personas siguen teniendo miedo y mientras las personas sigan teniendo miedo a denunciar este problema social no se va erradicar nunca.
ResponderEliminarme gusta tu blog y gracias por leer el mio y aun mas te agradezco que lo sigas, el libro que estoy escribiendo me parece un gran libro debo de aclarar que todo lo que he escrito en capiulos son de un libro que me ayudo mucho lo aclaro por que no me gusta tomar credito que no es mio, pero los demas post si son mios con la ayuda de otras paginas espero que sigas leyendo mi blog asi como yo continuare leyendo y aprendiendo del tuyo.
tu lectora y amiga blanquita