Una noche de Halloween cualquiera, resurge en mi cabeza por un instante, el convencimiento firme y asentado por el paso de los años, de lo infinatamente absurdo que me resulta la celebracion de esta fiesta anglosajona y de lo estùpido que me sabe celebrar cualquier cosa empleando la temàtica de la muerte, las ànimas y el gracil arte de asustar.
¡Còmo si aquì necesitaramos de excusas para montar una fiesta!
Me gustarìa pensar que detràs de un traje de fantasma o de una careta del tio de Viernes 13, se puede encontrar la felicidad màs absoluta, màs tengo mis dudas. Aunque si he de reconocer algo.....elogio hasta la saciedad la figura del profesional de Halloween.
El profesional de Halloween, es ese tipo/a que dedica dias enteros en buscar el disfraz perfecto para la ocasiòn, quièn organiza la susodicha fiesta, quièn compra los distintos artìculos de terror que tanto nos asustaràn y quièn, finalmente ambientarà la velada con su magnìfica puesta en escena. Esta es su noche.
Es ese tipo/a que se entrega al màximo, que se desvive porque la fiesta sea un èxito de crìtica, que busca la colaboraciòn y aprobaciòn de y en los demàs para que su alter ego y su desarrollo personal sigan al alza......es su fiesta, sus bromas asustadizas, su disfraz. Sigue siendo su noche.
En segundo plano, queda el hecho tan significativo, como que se trate de una fiesta promovida netamente por intereses econòmicos, vacìa de sentido y hueca en su fondo como las calabazas encendidas.
Quizàs lo màs relevante sea pensar que, como borregos perfectamente alineados, nos dejaremos adentrar en una noche terrorificamente patètica, en la que olvidaràs por unos momentos, tus problemas con el paro, con tu hipoteca.......y observaràs como algo de lo mas natural, mantener una conversaciòn con un tio que tiene por cabeza una calavera y que te cuenta que su mujer le està siendo infiel con otra.
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