El litigio del momento desaparece tras un paso indeterminado de tiempo por el congelador, adecuado para regenerar conceptos y despertar los valores dormidos. Las razones son siempre las mismas, los pasos serán siempre idénticos. Únicamente pretendo continuar andando por hasta dónde ahora lo he estado haciendo. La buena o mala fortuna son meras cuestiones secundarias de las que me ausentó en mis memorias, obviando su relativa importancia. Detenerme en probabilidades del azar, tan ajenas o cercanas a mí aunque indeterminadas, no benefician en nada la creación de nuevos planteamientos.
En un retiro cercano y corporal, sumergido en las aguas más saladas, buceó entre las distintas especies que encuentro. Descubro en su fondo, como muchas de ellas consiguen sobrevivir compartiendo parte de su alimento, otras en cambio aparecen flotando en la superficie víctimas de su propia necedad. Embriagado por la brisa del mar, salgo de ella a descansar sentado sobre la fina orilla que acoge las huellas de un nauta que mantiene encerrada en su puño la brújula que guía de nuevo sus pasos. Un ligero trazo dibuja sobre el suelo la propuesta jurada de volver a intentar equivocarme, pues pensar de manera contraria acabaría por condenarme por siempre.
Una vez repuesto, emprendo el camino a casa inmerso nuevamente en un océano de sentidos a los cuales acudo en busca de respuestas y calma. No son numerosas las preguntas a sabiendas de que dentro, expectante, encuentro lo que necesito. Salgo al exterior en busca de ayuda cuando dentro no hallo lo que busco. Suelen venir determinados por momentos fugaces y esporádicos, encuentros casuales o conocidos y relativas satisfacciones o frustraciones en función de la información recogida. No planteo de inicio una estrategia y una búsqueda planificada, las demandas surgen sobre la marcha, fluyen por sí mismas filtrándose entre las rendijas que se van encontrando a su paso. No espero nada en particular, sólo saciar determinadas inquietudes originadas en el interior del caparazón marino.
Ya dormido, dejo navegar la mente entre la infinidad poética del gran azul a bordo de un ligero y raudo velero que, insaciable, se abre paso entre sus aguas con destino hacia el último confín.
Mientras te leía he pensado en lo que se dice... que el mar lo cura todo, por un momento hasta he pensado convertirme por unos segundos en sardina, sirena, ballena, tiburón, calamar...
ResponderEliminarFelicidades por el post!!
Desde que descubrí tu blog siempre he tenido la sensación de que eres un tipo que realmente no espera demasiado de la vida para luego no llevarse decepciones, un chaval que tiene la cabeza muy, pero que muy bien amueblada y ordenada, al igual que sus palabras. ¿Me equivoco? Puede que sí, pero cada día me voy sintiendo más convencida de lo que digo.
ResponderEliminarPrecioso el post, me ha encantado el párrafo en el que dices: "Un ligero trazo dibuja sobre el suelo la propuesta jurada de volver a intentar equivocarme". Precioso, en serio.
Un besazo muy grande, Daniel, y disfruta lo que queda de año! :)
Anita, gracias.Espero que sientas de nuevo el calor en los pies. Un besazo.
ResponderEliminarKarla,voy a llevarte un poco la contraria, ok? Espero muchísimas cosas de la vida, descubrir nuevos mundos, nuevas personas, nuevas realidades, vivir nuevas vidas..... Con respecto a tener la cabeza amueblada, muchos te dirían todo lo contrario....jejeje. Yo pienso que únicamente sé más o menos qué cosas quiero y cuales no, de qué tipo de persona quiero rodearme y de cuales no, qué me hace sentir bien y qué no....ese tipo de cosas.
Me alegro de que te haya gustado el post. Un besazo.
PD: Hasta el que espera poco de la vida acaba por llevarse unas cuántas decepciones, aunque vengan originadas precisamente por ese desencanto personal con su propia existencia.
No voy a comentarte más como sigas llevándome la contraria de esta manera... No sé si has notado que soy una cabezota de cuidado. Si no, lo vas a notar pronto. ¿Sabes qué puede ser que esté ocurriendo? Bueno, a los catorce años una tiene la cabeza mucho más liada y, en definitiva, hecha un asco, y puede que, inconscientemente, te esté comparando conmigo... :P Cosas de la vida.
ResponderEliminarEn fin, estás avisado. ;)
Precisamente vengo de allí. Pasé el fin de semana en el mar, me dejé abrazar por sus olas y me sentí revivir con cada golpe de sal.
ResponderEliminarVine renovada, vine bien y en paz conmigo misma, porque encontré algunas respuestas. Traje conmigo nuevas preguntas, de esas que surgen de lo más profundo y en momentos de soledad. Supongo que regresaré pronto a buscar explicaciones, pero no me dentendré en la búsqueda, y que pase lo que tenga que pasar.
Preciosa entrada, Dani. Un placer regresar a casa y encontrarme con tus bellas letras.
Un beso grande, con arena y un poco de sal.
Farmaceútica, me alegra tenerte de vuelta de nuevo, con ganas renovadas y preguntas que han dejado de ser incógnitas.
ResponderEliminarUn besazo enorme y.......un placer, como siempre.
El mar que escuece pero cura las heridas. Yo pertenezco a él, en tierra sobrevivo de mala manera. A veces elegimos rutas equivocadas, y debemos como bien dices asumir las consecuencias, pero qué duro es, asumir y apechugar.
ResponderEliminarNo creo que en estos días sea una buena comentarista, el oxígeno me está ahogando.
Un beso fuerte
Marikosan, nadie nos dijo que no fuese a ser duro, pero como bien sabes lo correcto es asumir y tirar hacia delante con lo que nos toque.
ResponderEliminarTus comentarios siempre son interesantes y reflexivos, así que gracias por tomarte tu tiempo para dejarlos aquí.
Un besazo y respira hondo para que el oxígeno vuelve a convertirse en tu aliado.
Te había dicho que eres un encanto?
ResponderEliminarHmmmmmmm.......no, pero soy todo oídos:) En serio,de veras que te lo agradezco, pero lo que te digo es lo que pienso. Es un placer leerte siempre. Por lo demás, ya sabes por dónde encontrarme, no?
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