En la ciudad dormida donde descansan los sueños se encuentra sepultado bajo otros tantos la mayor de las fantasías soñadas por el hombre. Desconocida es su procedencia primitiva, se ignora quién fue su creador y en qué momento tuvo lugar su gestación. Otros muchos creyeron soñar con ella, nunca fue así. Los estados oníricos si de algo pueden presumir es de independencia y personalidad, ajenos a la voluntad de la razón se instalan en las zonas del subconsciente más profundo para, desde ahí, pasear por el maravilloso mundo de la ficción. Lo que allí dentro ocurre, por mucho que se molesten en tratar de interpretarlo, es de uso reservado. Al igual que pretende quedar al margen de la más fiera realidad, únicamente defiende territorio al saberse amenazado de visitas inesperadas.
La realidad trata de imponer decreto, cuenta con la masa social ávida de racionalidad y realismo afianzada en estados dictatoriales y represivos de la consciencia. Esta te mantiene preso y aferrado a una verdad que quizás no sea la que tú hayas querido mientras que en tu cabeza, la certeza sea muy distinta.
El mundo real bajo el prisma de tu fantasía daría paso a una existencia verdaderamente plena, en su teoría, pues en él aparecerían posibles deseos, posibilidades y secretos que, siempre ocultos bajo las faldas del hermetismo más absoluto, jamás verían la luz pública por miedo a posibles reproches sociales y aislamientos en centros de reclusión psiquiátrica.
Realmente las limitaciones en su mayoria más relevante parten de nosotros.....¿ qué tendríamos que perder si decidiéramos ir dejando atrás todo ese pesado lastre que permanece adherido a nuestra piel? Plantear la opción de ir desnudando cada vez más el cuerpo y el alma pudiera ser la fórmula que más nos acercara a ver cumplido esa gran fantasía de sueño común, donde aparecemos rasgando las vestiduras que siempre nos han acompañado y que, en mis devaneos nocturnos entre sábanas, cada vez aparecen más rotas y lejanas.
Leyéndote me vienen a la cabeza dos frases que siempre tengo muy presentes, que no hay sueños incumplidos sino sueños abandonados, y que la sensatez, o racionalidad, como queramos definirlo, es una mezcla de miedo y aburrimiento. Quizá es por eso que yo me niego a abandonar mis sueños, porque nada me da miedo y odio el tedio. No tendríamos un mundo mejor si todos luchasemos por lo que queremos??????
ResponderEliminarCoincido con ambos. No nos limitemos ni temamos a ello. Está en nosotros, vino con nosotros y se irá con nosotros. Aprovechemos cada segundo para alcanzar eso que queremos, y disfrutemos haciéndolo.
ResponderEliminarUn beso grande, Dani. Que tengas un feliz martes :)
Cuantas veces hemos huído de cientas de cosas para que después estas aparezcan queramos o no en nuestros sueños.
ResponderEliminarNo lo sé, supongo que lograr lo que planteas es tarea difícil.
Un abrazo
Es muy cierto que somos nosotros mismos quienes nos limitamos...
ResponderEliminarDeberíamos intentar ir quitándo pesos.
Un beso.
Tú has visto hace poco Origen, ¿verdad? jejeje
ResponderEliminarAunque opino en parte como vosotros que no hay que abandonar nuestros sueños, también pienso que los deseos más profundos de algunas personas pueden ser peligrosos, incluso aquellos nuestros que no sabemos que existen.
La realidad ya es complicada, si dejásemos sueltos algunos de esos sueños puede que lo fuese aún más.
Pero al mismo tiempo puede que el no desistir sea ese impulso necesario para soportar el "realismo" del día a día.
Un besazo Dani
La forma de vida que elegimos nos limita... La comodidad y el conformismo... Quitar esas limitaciones es caminar por terrenos inexplorados.
ResponderEliminarMe gusto el texto... Saludos