Cuanto más fuerte trato de inhalar el aire más costoso resulta para los pulmones completar el aforo de oxígeno. Si no respiro profundamente más a menudo es para tratar de no ahogarme, tantas cosas acabarían por incendiarse al final del día por combustión interna. Ardería el cuerpo desde sus entrañas, quizás así el cuerpo sanaría dotado de una mayor firmeza y enfrentaría su ánimo ante las malditas estupideces humanas con mayor serenidad.
Los intentos por no asfixiarme radican siempre en las mismas fuentes, en los mismos orígenes. Esta anaerobia corporal a menudo viene provocada por idénticos lobos de caretas diversas. Distintas etiquetas que bien podrían conjuntarse en una única distinción conjunta que sirviera para denominarlos a todos por igual, debidamente alineados como los tiernos borregos que sestean por los verdes campos del mundo. No me preocupan aquellos que mueven los hilos en la sombra, son los idiotas que hablan por bocas ajenas los que realmente me llegan a inquietar pues no hay nada más imposible que tratar de razonar con fanáticos de la razón.
En épocas complejas, demasiados son los comportamientos egoístamente insolentes que cada día podemos observar en cada rincón. Lejos de ayudar, existe un orquestado empeño por remar en dirección opuesta con la maquiavela finalidad de continuar ensanchando cada vez más el agujero existente en la superficie, conscientes de que muchos serán arrastrados hacia el fondo sin esperanza alguna. Precisamente quienes más se quejan suelen ser los que más callados debieran de estar, pues sin duda, no son ellos los que se encuentran en situaciones precarias ni de austeridad.
Harto de escuchar hablar de la crisis económica, de la crisis de la familia y de la crisis de valores educacionales y tradicionales. Harto de no escuchar ni una sola propuesta, de no ver muestras de solidaridad, de no respetar los valores y las opiniones de quienes a diferencia de ellos si respetamos las de los demás. Harto de descalificaciones, de botarates de medio pelo que juegan a ser dios, de sujetos que se autonombran representantes de la sociedad. Harto de ver siempre la misma basura en los mismos cubos………..solo me queda confiar en que llegará el día en que esos contenedores se vacíen y dentro únicamente queden algunos cartones viejos y restos de comida del restaurante más próximo.
A mí me dan más miedo los que están en la sombra, aquéllos que no dan la cara y tienen la habilidad o el poder de manejar a todos a su antojo.
ResponderEliminarDifíciles tiempos corren porque cuando hay que hablar, proponer o plantar cara, la inmensa mayoría se vuelve hipócrita. Se da bien quejarse de medio lado, pero frente a frente y aportando propuestas que nos lleven a alguna solución, eso… eso es otro cantar.
No he entendido nada de nada^^ Osea, sí, lo he entendido, pero me refiero a que la política no es lo mío...
ResponderEliminarEn fin... Besotes, Daniel!:)
¡Bienvenido al club!
ResponderEliminarLamento que llegues a sentirte así. Hace algunos años me pregunto dónde queda la oficina de quejas de este mundo, pero nadie me da la respuesta exacta. La mayoría me dice que con quejarme no gano nada, que debo actuar. Sí, ok, pero ¿cómo? ¿Salgo a matar políticos? A ratos me siento atada de manos para hacer cualquier cosa, así que supongo que soy tan hipócrita como ellos. Con una pequeña diferencia, claro, ellos están en el poder, yo trabajo en una farmacia.
Un abrazo fuerte, Dani. Ánimo, no dejes que el mal trago te derrote. Entiendo perfectamente lo que se siente, desde el 2001 estoy en donde vos estás, y no creo salir a corto plazo. Igual, tengo esperanzas. Sé, como vos, que llegará ese día en que la basura sea separada.
Por cierto... Me gusta el blog!!!!
ResponderEliminar:D
Yo hace tiempo que dejé de seguir la política, no creo que haya más de una docena en todo el país de políticos que merezcan la pena y que realmente sean honrados. Da igual lo que pase con el país mientras ellos sigan manteniendo el poder para seguir robando y abusando.
ResponderEliminarPor otro lado es gratificante saber que hay gente que trabaja por los demás sin esperar nada a cambio, esos son los que se merecen mi respeto.
Hartazgo, hasta ahí de acuerdo.
ResponderEliminarPero entiendo y opino que la solución no es dejar de pensar en política o de seguir la política de tu ciudad, región o país.
Eso es lo fácil, pero las cosas se cambian desde dentro, con conocimiento y valentía, no mirando para otro lado.
Está en nosotros voltear la situación, y si algo bueno tienen estas crisis brutales, son la oportunidad que dan de que la gente se de cuenta de todo lo que antes estaba oculto para muchos.
Hay que hacer algo!!! Aún no se por donde, pero creo que todo esto va a salir por algún sitio. Y ahí habrá que estar. Atentos y diligentes.
Dar un paso al frente guiados por nuestra moral y no por nuestra situación económica.
Menudo rollazo acabo de soltar, Dani.
Bueno, besos y abraazos a todos.
Es un placer leer artículos excelentes como éste y comentarios enriquecedores que lo acompañan.
Hermano, al igual que tú, tengo el convencimiento de que por algún lado se ha de salir, aunque desconozco por dónde. No tengo la potestad para hacerlo posible, lo que si poseemos es capacidad para opinar y criticar.....y precisamente creo que esa es la única forma en la que podemos hacer algo. No se trata de criticar para dañar, se debe de hablar para cambiar y crear a partir de ahí, de ahí la mala ostia que me entra al comprobar que es todo lo contrario lo que se hace desde determinados sectores políticos, eclesiásticos, etc.
ResponderEliminarComo bien dices, desde la moral y la razón.
Un abrazo y gracias por tu comentario, siempre referencia para mi.