sábado, 13 de noviembre de 2010

APÒSTATA A POSTA

A vueltas con la bendita visita papal a nuestro paìs, he vuelto a recordar los estrechos vìnculos afectivos que me unen a la doctrina cristiana y a sus demonios eclesiàsticos.

No tengo ningùn recuerdo de mi bautismo, salvo las imàgenes que uno haya podido ver en ese album familiar que todos tenemos, en el que nunca falta la tìpica fotografìa que inmoratliza el momento fatal en que nuestra madre nos tiene entre sus brazos, con media cabeza colgando en el aire esperando la caida de la jodida agua bendita en nuestra fràgil cabellera. Alguien se ha parado un instante a pensar, cùal es el motivo por el que los niños lloran en ese momento. No lo tengo claro, pero si me lo plantearà ahora.......que un tio desconocido, con careto represivo y una tùnica blanca cubrièndole el cuerpo ( rollo fantasma o peor aùn, rollo KKK), se acerque hacia mì sin saber con què tipo de intenciones lo està haciendo...........seguramente, andarìa bastante acojonado.

¡Que daño hace en el subconsciente general, los rumores sobre abusos y violaciones a menores! Habladurìas y chismes, nada màs.

De la comuniòn o de las clases de religiòn, no es que no tenga recuerdos, simplemente es que imagino que despùes del trauma post- bautismal, decidì ni siquiera considerarlas como opciòn y evite el contacto con ambas.
Aùn asì, creo evocar que, de forma màs o menos indirecta, participe de algunos actos religiosos propios de esta edad, llegando incluso a tener entre mis manos el magnìfico kit de color blanco repleto de multitud de làpices de colores, rotuladores, etc.....que recibìan todos los niños comunistas (¿se dirà asi?) en tan señalado dìa.
E incluso, en cierta ocasiòn, decidì comulgar con la finalidad de conocer de primera mano el sabor que tenìa la famosa hostia............aunque segundos despuès de su ingesta, descubrì que no era muy oportuno comulgar en pecado mortal (en esos momentos andaba pensando en còmo entrarle a aquella chica tan guapa, amiga de Carmen, que cantaba en el coro......) e incurrir en delito de sacrilegio.

Con la adolescencia pasada, ya en plena adulta laboral, volvì a retomar mis lazos con ellos. Esta vez el que iba vestido de blanco era yo, ironìas del destino. Cada domingo que tocaba trabajar, alla que me dirigìa muy dispuesto, con mi sèquito detràs, direcciòn misa de las 12:00.
Trabajar en un hospital psiquiàtrico regentado por emisarios del señor, requiere pasar por este tipo de situaciones no aptas para no creyentes. Solìa plantearme, mientras observaba a los miembros de mi grupo, allì  arrodillados oyendo sin escuchar ninguna de las sandeces que el cura de turno proclamaba.......què problema tendrìa Dios con mis chicos, para que su paso por las vidas fuese en tales circunstancias. Nunca me contesto. Sigo teniendo fè en que su respuesta llegarà.

Acabado mi paso por aquel lugar, dando por hecho que mis lances afectivos habìan terminado tras varios años de silencio e incomunciaciòn por ambas partes, de nuevo el santìsimo me llevo a su lado. Fue a raiz de un almuerzo con una gran amiga, cuando el tèrmino apòstata entro a formar parte de mi vida. Siguiendo los procedimientos indicados, se presentò el dìa en que me encontrè frente a frente con un otrora amigo, de nuevas enemigo mortal.

El clèrigo en cuestiòn, de unos 90 años ( a ellos no les preocupa demasiado la problemàtica sobre si la jubilaciòn se retrasa  hasta los 67 ), tras una larga pausa, clavò su mirada cansada en mì y procediò a decirme:

-¿Sabe usted a lo que renuncia y que supone el paso que esta a punto de dar, hijo?
- Sì, pero si usted es tan amable, le agradecerìa que me lo recordase.
-Veràs, hijo......convirtièndote en apostata, no tendràs derecho a hechos de suprema valìa para el ser humano. No podràs casarte por la iglesia, no tendràs oportunidad de sacar ningùn trono, ni pertenecer a ninguna cofradìa........entiendes lo que te digo, hijo?

Una profunda tristeza invadiò mi ser. Habìa sembrado en mì, serias controversias morales. Aùn asì, no supe como decirle que me habìa tentado con sus argumentos y que ya no querìa ser apostatario. Finalmente, decidì seguir adelante con mi idea inicial. Pasado un intervalo de 15 minutos, tiempo que tardo el clèrigo en escribir 5 lìneas en una màquina Olivetti de 1956 a velocidad monodedal, salì del recinto eclesiàstico con mi papel en la mano que daba fe y constancia de mi divorcio y ruptura total con ellos.

Y ahora aparece este señor, contàndonos que el aborto es un asesinato, que las mujeres no deben de seguir evolucionando, que si somos un paìs dividido por tener pluralidad ideològica, que si.......... Discùlpeme, buen señor, pero mi vìnculo con usted ha terminado. Perdone si le oigo pero no le escucho.