martes, 11 de enero de 2011

LA BELLEZA

Siempre que pasaba por su puerta la encontraba cerrada. Desconocía los motivos pero jamás conseguía encontrarla abierta. Pegué a su timbre, nunca salió nadie a recibirme, ni siquiera atisbaba señales de vida en su interior. En ocasiones, pensaba en trepar por el árbol que llevaba hasta su ventana  pero una falta absurda de valor me hacía volver sobre mis pasos para reencontrarme con los inicios.

Ignoraba como podrías llamarte y moría por saber cuál era, deseaba conocerlo para por fin ponerle nombre a la belleza. Imaginaba como podrías ser, gritaba tu nombre en mitad de la noche, nunca contestabas. En el silencio más intenso, apenas dormía sometido al embrujo contenido en tu caminar ante unos ojos atrapados en largas noches de asueto.

Vencido por la desesperanza, en ocasiones descubría mi cuerpo ausente a mí. Pretendía huir a mi control e ir a dónde pudiera sentarse a tu lado, donde pudiese sentirte cerca, donde poder cogerte de la mano y con el ceño fruncido preguntarte si de verdad...............tenías nombre. 


Ahora, te descubro y te observo a cada paso. Admiro tu elegante discreción escondida entre los detalles más pequeños. Ahora........ te veo en todas partes.