jueves, 25 de noviembre de 2010

PÁNICO MUNDIAL

Tengo la sensación de que el fin del mundo está próximo. Y llego a semejante conclusión después de pararme a pensar, en qué estado físico y mental se encuentra el ser humano. Cada día el mundo parece verse afectado por algún mal que acabará con nuestras existencias en el fondo de algún océano.  Estamos rodeados de cientos de alertas que ponen en entredicho nuestra seguridad. Alertas por lluvias, alertas por vientos, alertas por terrorismo, alertas por pandemias, alertas por no llegar a final de mes, alertas por………….

Quizás, esto siempre haya sido así con idea de que la sociedad mantenga la mente distraída pensando en cómo tratar de salvar a los suyos y a sí mismos. Lo que es evidente, es que la persona cree en ello y lo que es aún peor, lo padece. El efecto de toda esta confabulación es significativo. Metidos de lleno en la vorágine del día a día, nuestras vidas transcurren con demasiada velocidad e histerismo bajo los efectos de una ansiedad por querer, por tener y por sobrevivir a ritmo de un sinfónico alarmismo orquestado.

Si en realidad nuestras vidas corrieran tanto peligro como nos quieren hacer creer, entonces, ¿cuál es el motivo para ir con tanta urgencia por la vida? Si de todas formas, el final está asegurado a la vuelta de la esquina, porqué no pararnos un ratito a respirar.

¿Acaso si algún grupo terrorista de estos tan famosos, decidiera acabar con nuestras vidas,  tendríamos alguna posibilidad de sobrevivir? ¿Acaso si un virus de origen desconocido para nosotros, no para quién lo introduce, se acercará amenazador a nuestro sistema inmunológico con el objeto de destruirlo, podríamos evitarlo?

Si la respuesta es negativa, entonces deberíamos plantearnos la posibilidad de pedir educadamente a quién corresponda, que dejasen de bombardearnos con tanta cantidad de alarmas, alertas y prevenciones estériles y realmente nos informarán de la situación real en la que se encuentra el mundo, qué problemas existen y qué medidas se están empleando para solucionarlos. No me interesa saber que Bin Landen o cualquiera de estos, tiene pensado colar un misil por mi terraza, quiero saber quién suministra ese misil a ese señor y con qué motivo.

Si la respuesta es positiva, entonces no queda más remedio que aceptar que no es para tanto, que el mundo está en buenas manos y que sin duda esta reflexión, no es sino una de tantas alertas como se producen a diario, simplemente con la diferencia de que esta vez, la alarma ha sido creada única y exclusivamente por mi mente sin ayuda de ninguna intervención ajena. Seguro que los creadores de alertas ciudadanas, estarán muy satisfechos con el resultado de sus pruebas en mi organismo.