viernes, 10 de diciembre de 2010

SINCERIDAD ABSOLUTA

Hace pocos días descubrí de entre las páginas de un libro, la existencia de un concepto atrevido, divertido y revolucionario. Se trataba de la "sinceridad absoluta". Quise profundizar algo más y busque información relacionada con la determinada calificación. En síntesis, nos presenta una propuesta participativa en la que nos invita a dejar las mentiras de un lado y a ser capaces de exponer abiertamente ante la vista de todos, lo que realmente pensamos aplicándolo a cualquier ámbito de la vida.

Reconozco que la idea me resultó sugerente y atractiva en su enfoque aunque llevada a esta realidad se me hizo poco práctica. Si viviésemos en una sociedad donde no se inculcara hasta el radicalismo la importancia de mantener una imagen externa excelente, ni dotarnos de unos sentimientos autoinculpatorios, ni de educarnos en las creencias de unas míseras apariencias estereotipadas podría pensarse seriamente en la implantación de un concepto tan revolucionario como inasequible.

En un mundo feliz ideado bajo esta doctrina seguramente los márgenes de errores serían casi imperceptibles puestos que si todo se llegase a regir por la verdad de nuestras palabras, contando con la sinceridad más absoluta de éstas, el objetivo de ser feliz estaría al alcance de cada uno de nosotros. Podríamos configurarnos una vida a medida de nuestras expectativas, tendríamos el empleo deseado, la mujer o marido ideal, los amigos afines a nuestras inquietudes..........
Nadie se atrevería a sentirse culpable de sus palabras, ni a sentir miedo ante posibles represalías y mucho menos a sentir pena o lástima por el efecto que nuestras palabras pudieran provocar en otro semejante. No tendrían cabida las máscaras, ni las etiquetas ni la tan dolorosa hipocresía reinante.


Una vez despierto de este sueño compruebo por mí mismo la imposibilidad de llevar a cabo éste propósito útopico, pues muy a mi pesar no sigo siendo del todo sincero y en ocasiones continuo haciendo uso de las tan célebres medias verdades o mentiras, dependiendo del prisma de quién lo observé. Y es que aunque el hacer daño no siempre dependa de uno a veces es inevitable hacerlo o que te lo hagan, aunque sea a base de medianías o ausencias de voz.