jueves, 5 de mayo de 2011

GRIS OSCURO CASI NEGRO

En una ciudad deshabitada quedan dos locos errantes que decidieron no abandonar sus hogares. Repartidos por los distintos rincones de la moribunda metrópoli, descansan los restos de sus fracturadas almas que en ocasiones plantean abandonar para salir huyendo de su esclava terrenalidad. Descalzos y desahuciados, transitan por las calles refugiados en recuerdos pasados buscando, entre los despojos, telares con los que cubrir ahora sus desnudas pieles. Unas manos vacías de esperanzas y repletas de nostalgias añorantes les sirven para agarrar algunos trozos de comida del fondo de un desvalido contenedor. En su interior mientras rebuscan, encuentran un viejo diario que alguien debió abandonar con urgencia en su huida. Hojas repletas de deseos escritos por cientos de anónimos quedan recogidas en aquel pequeño refugio de palabras. Notas que derraman sangrías de ilusiones y fe.

Sin apenas aire en sus pulmones, no alcanzan más que a sentir el descenso de un par de gotas áridas por sus mejillas que confiesan su dolor; el dolor de unos ojos ya cansados de tanto llorar sin evitar las lágrimas. Aún sin fuerzas para continuar el camino, permanecen sentados sobre el suelo cuando hasta las manos de uno de ellos llega lo que parece ser la portada de un vetusto periódico nacional. Se trata de un ejemplar fechado en mayo de 2011, en el que se recoge la noticia de la celebración de la muerte de un ser humano por parte del premio Nóbel de la paz.

Ruidos lejanos de risas creen escuchar al tiempo que unas leves muecas de sonrisas rotas comienzan a dibujarse en sus rostros.