lunes, 14 de marzo de 2011

ENTRE LAS CURVAS DE TU ESPALDA

Contemplo la tarde pasada con absoluta lejanía, ¿y la noche?  Entre sábanas desconocidas. Una nueva mañana despierto en vidas ajenas. Salgo al exterior, ya me he despedido con anterioridad; ahora busco dejarme seducir bajo el ritmo de la ciudad. Ruidos de voces que me resultan extraños, golpes de tacones resonando en las paredes de cada calle que voy encontrando, simulacros de sonrisas que surgen de primeras plantas, gentes que circulan con miradas ausentes.

El sol reluce por encima de la fachada del edificio más alto de la ciudad; asomado a su terraza alguien limpia los cristales de la única farola que existe en este país mientras trata de espantar a una gaviota, que piensa hacer de aquel lugar su hogar. Más abajo continuó mi paso sin dirección aparente, camino por caminar, sigo la inercia, eché a andar e imagino que en algún momento habré de parar. Siento las gotas de sudor recorriendo mi frente, deseo arrancarme la ropa molesta del cuerpo, ¡se va también desnudo por la vida!

Una anciana llama la atención a su joven nieta para que no se vaya lejos, el perro del hombre de bigote cuarentón no deja de ladrar para que le lancen la piedra anhelada, un grupo de jóvenes corren veloces por encima de la negra arena de la playa; mientras todo esto sucede, me cuestiono acerca de la indeterminada cantidad de sucesos que pueden ocurrir en apenas un insignificante segundo.

La fatiga comienza a hacer mella en este trasnochado cuerpo, busco en una volátil panorámica el mejor espacio para dar con mis huesos sobre el suelo. A escasos metros, una joven pasea distraída, tararea una canción ajena al mundo y como por intervención divina, la merma física queda relegada al olvido. Ahora eres tú quién, de nuevo, centras la atención de todos los sentidos. Vuelta a empezar............