viernes, 5 de agosto de 2011

ESTADOS CICLICOS

Ahora sentados entre las ruinas de un viejo lugar herido por el abandono humano y gastado por la erosión del mar, los cuerpos bautizan las almas. Aparece el silencio, desaparece el murmullo. Ahora desnudos los cuerpos, los estanques no dejan de ser dorados, brillan en la oscuridad como faros en la noche.
Encendidas las estancias apagan los candiles, la cera derretida transforma las esencias en halos luminosos dando paso a un escenario de rostros vírgenes y frágiles, indefensos a la mirada próxima y seguros en la certeza de quienes les miran.
Como niños atrapados dentro del laberinto corren por su interior despreocupados por la salida, nuevos brotes germinan enredados entre las vides floreales, horizontes cambiantes recuperan los orígenes; mientras, ajenos a todo no sospechan que a escasos metros de su particular universo un observador abúlico no deja de prestarles toda su atención, al verlos recuerda que aún no es hora de echar abajo el telón.