miércoles, 26 de enero de 2011

EL MUNDO EN SILENCIO


¿Alguno se ha preguntado alguna vez como sería su vida sin tener la capacidad de oír? Es posible que os haya surgido esa duda, por ejemplo al ver a dos personas por la calle hablando por gestos (como diría normalmente la gente). Pues sería igual que la de cualquier otro que sea oyente, ya que eso que llaman “gestos” no es más que su lengua natural, la Lengua de Signos Española (LSE); una lengua reconocida como oficial, gracias a la cuál las personas sordas se comunican de igual forma que lo hacemos los oyentes con la lengua oral.
Otra cosa que me gustaría aclarar antes de continuar es el concepto de “sordomudo”, el más conocido por aquellos que desconocen el mundo sordil. Las personas con deficiencia auditiva no son sordomudos, son sordos sí, pero ¿porque nos empeñamos en llamarles mudos también si sus cuerdas vocales funcionan perfectamente? Lo que ocurre es que al no tener esta capacidad de audición no desarrollan el lenguaje oral, como los oyentes, pero tienen voz y gritan y se ríen como todos aquellos a los que les funcionan dichas cuerdas.
¿Que ocurre cuando las personas sordas tienen que comunicarse con los oyentes y estos no conocen su lengua? Que necesitan la figura del Intérprete de lengua de signos (ILSE), éste es el puente de comunicación entre ambos colectivos y debe cumplir una serie de normas, como por ejemplo:
-        Ir siempre vestida de ropa negra, para facilitar la visión de las manos al usuario y así cansar menos su visión.
-        Todo lo que se habla dentro del trabajo es información confidencial y no puede ser utilizada en beneficio propio.
-        Debe ser neutral, nunca puede ofrecer su opinión, hay que limitarse a transmitir lo que oyes y nada más.
El ILSE trabaja con las personas sordas en diferentes ámbitos. Para mí el más gratificante es el ámbito educativo ya que, aunque sólo seas un puente de comunicación entre oyentes y sordos, sientes que tu trabajo es más fructífero que en otros entornos. Gracias a esa información que interpretas, estas personas pueden cultivarse, continuar desarrollándose y formarse en igualdad de condiciones que lo haría un oyente.
Para realizar este trabajo se necesita máxima concentración ya que todas las palabras del castellano no se corresponden con un signo, aunque si la mayoría; en los casos que no resulta así hay que explicar el concepto de dicha palabra, buscar un sinónimo y cuando está clara, llegar a un acuerdo con el usuario para darle un signo, así la próxima vez que salga en el discurso rápidamente hacemos el signo acordado. Todo esto durante 4 horas mínimo al día, con lo cuál cuando acaban las clases, el ILSE acaba agotado mental y físicamente porque el movimiento de manos, brazos y dedos no es menos cansino que el esfuerzo mental.
Aunque en teoría deberíamos signar durante no más de 20 minutos y descansar otros tantos, en la realidad educativa no es así; si cuesta poner a un ILSE cuanto más dos para que se cumplan los descansos. Esto solo ocurre en conferencias y en eventos que se suponen más serios o que van dirigidas a un mayor número de usuarios, aunque para mí la educación de una persona es más seria que cualquier conferencia. A pesar de estos pequeños inconvenientes, como profesional, me siento muy orgullosa de lo que hago.
Cuando veo que el usuario hace una pregunta relacionada con aquello que le estoy transmitiendo significa que sigue el esfuerzo que estoy realizando. En ese caso es él quién signa y yo soy su voz, sin añadir ni eliminar información; debo hablar en primera persona, evitando decir: “él dice…..” Esto en ocasiones confunde al receptor, ya que piensan que realmente el que habla soy yo con lo que he de andar aclarando que quién lo hace es el usuario.
Otra situación muy graciosa es cuando notas que todos sus compañeros, sobre todo al principio, no paran de mirarte en lugar de atender al profesor/a; lo cuál si te dejas llevar puede distraer un poco aunque acabas acostumbrándote a esas miradas sorprendidas. Incluso cuando acaban la clase, vienen a preguntarte que significa esto que has hecho antes o como se dice tal cosa. Poco a poco, todos nos vamos acostumbrando, los alumnos a que yo esté en clase, y en mi caso, a sentirme observada por los demás en todo momento sin que esto influya en mi trabajo.
En fin, esto es a “grosso modo” la aventura de ser un ILSE en el ámbito educativo.

Texto escrito y cedido por una amiga, a la cuál le agradezco el tiempo, la dedicación y el hecho de querer participar y hacer partícipe a los demás de una profesión y un mundo en silencio del que tantos buenos valores podemos aprender.